sábado, 21 de marzo de 2015

HISTORIAS DEL FUTBOL-3

ESTADIOS DONDE SE JUGABA
Las Erillas.- No reunía ninguna de las exigencias para jugar al fútbol, aunque lo que si cumplía era el ser un espacio abierto, grande y de no ser de ningún propietario particular, con lo cual, era apetecible para nuestros deseos de correr tras un balón y hacer filigranas con él. En los veranos, aún estaban llenas de eras; por ello, durante este periodo de tiempo, no podíamos desplegar nuestro potencial futbolero. Pero nada más terminar los labradores con sus faenas de trilla, limpia y acarreo, allí estábamos disfrutando de nuestro deporte favorito. Como había tanta peña y pizarras, en las porterías poníamos la paja que había sobrado de las eras para que el portero al tirarse a por el balón, cayese sobre algo blandito y no se hiciese daño. Esto le daba seguridad para hacerse buenas “palomitas”.
Al principio no teníamos indumentaria ni botas, sólo calzados con aquellas alpargatas azules, que se nos despegaban de la goma; cuando esto sucedía, nosotros mismos las cosíamos con una aguja gorda y con tramilla. Claro que el invento no duraba mucho, pues volvía a descoserse y vuelta a empezar. Hasta que nuestras madres se cansaban de vernos así y optaban por comprarnos otras en las tiendas del pueblo.
– Pero que no te vuelva a ver darle una patada a la pelota, que todo lo que pillas lo “ajunas”- nos decía nuestra madre.
Así aguantábamos algún día, con nuestras alpargatas nuevas. Cuando algún amigo nos invitaba a jugar con su balón, le soltábamos:
– Es que tengo las alpargatas nuevas y mi madre no me deja.
Me quedaba mirando con envidia, cómo jugaban los demás. Cuando el balón se acercaba hacia donde yo estaba, le daba tímidamente; y me limpiaba la alpargata. Después se acercaba otra vez el balón y lo volvía a golpear. Así nos íbamos animando.
– Bueno, me pongo de portero, pero no la doy con el pie, sólo con la mano.
Después, ya sacabas con el pie alguna vez, y te mirabas la alpargata después. Al día siguiente, cuando ya se había ensuciado un poco la alpargata, ya jugabas con menos miedo. Poco a poco volvías a jugar plenamente, con un calzado nuevo.¡ Y qué bien se jugaba con él!¡Cómo regateabas!
En los veranos teníamos la costumbre de andar descalzos casi todo el día. Por donde quiera que tuviésemos que ir, principalmente por las calles. Claro que si surgía por la tarde ir a jugar al fútbol a las Erillas, no ibas a casa a ponerte el calzado, entre otras causas porque a lo mejor estaban echados a siesta,...por lo que ...te ibas descalzo a darle patadas al balón. Como experiencia personal, puedo contar que esto me sucedió hasta que “tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe”. Lo que sucedió fue que uno de los días que jugaba descalzo en Las Erillas, fui a darle al balón y le pegué al suelo pizarroso con el dedo gordo del pie. Ya pueden imaginarse la consecuencia: el pie sangraba y sangraba. Con un pañuelo de los que siempre llevábamos para limpiarnos los mocos -aún lo llevo, conservando esta tradición-, tuve que ponérmelo y marcharme para La Zarza a lavármelo en un charco de los que entonces todavía había, pues estaba limpio el valle. He de confesar que nunca más volví a jugar al fútbol descalzo.
En este espacio de Las Erillas jugábamos en todas las estaciones del año, cada una con sus características nos invitaba a disfrutar de ellas con sus circunstancias. En los inviernos tan fríos, alternábamos partido de fútbol con otras actividades -era multifuncional-. Encontrábamos las “pedreras” que estaban con agua, que la gélida temperatura la había convertido en hielo. Para nosotros, era una delicia poder disfrutar de H2O en estado sólido. En aquellos tiempos no disponíamos de neveras en las casas y nos hacía mucha ilusión cogerlo de las pedreras, e incluso el hielo a veces iba con trocillos de hierba pegada. Pero tampoco le hacíamos ascos, a pesar de que en la pedrera bebían borras, cabras y cualquier animal viviente que pasara por allí. Las manos heladas, las orejas peladas y con sabañones, no impedían que corriésemos tras la pelota para quitarnos el frío.
La primavera era otro tiempo que disfrutábamos con delicia. Ahora la hierba salía llenando todo de césped -natural- como los campos de fútbol de 1ª División, a quien intentábamos imitar en todos los aspectos. Pequeños trozos de césped, pues las peñas afloraban sin cubrirse. Retozábamos por todas Las Erillas y nos gustaba tirarnos en la hierba, procurando poner las porterías -dos piedras- en lugar llano- si se puede llamar así a ello- para que el portero se tirase sin miedo a rasparse o romperse los huesos.
Para beber, cuando teníamos sed, debíamos dejar de jugar y desplazarnos a beber a algún lugar donde hubiese agua, dependiendo de la época del año. En la primavera podía correr el vallejillo de La Tía Pepa, pero en verano se secaba y tenía- mos que recurrir al valle de La Zarza. En ese tiempo no teníamos botellas de plástico, y las de cristal eran muy escasas y no nos las dejaban llevar de casa porque se rompían.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A todo esto, en mi caso había que añadir el calvario de los que en esos años ademas llevabamos gafas, alguna vez se me rompieron y bastantes mas me las deje olvidadas en algún agujero de una pared o poste de las talanqueras y tener que volver a por ellas ya de noche.

Anónimo dijo...

jajjjaa, Ay Dios mio!!!, Me lo imagino todo, como si lo estuviera viendo ahora mismo.

JCMolina dijo...

Nuestro Erillas Trafford, cuantas tardes de felicidad nos ha proporcionado.
Esos partidos sobre "pizarras asesinas", que nos zaleaban las nalgas y las rodillas, que sacrificio para deslumbrar a la afición.
Esos entrenamientos veraniegos, toas las tardes de agosto, previas a las fiestas, para hacer méritos pa que te seleccionase, no se quién era el seleccionador (y eso sería otro tema controvertido), pal partido de las fiestas, o al menos para el de "Solteros versus Casados" o el que a mí y a los de mi generación (quinta arriba o abajo del 1965,1966, 1967) más nos gustaba, el de Santo-Plaza.

Anónimo dijo...

Y el que tiraba fuerte y al vallejo LA TIA PEPA,
bajaba a por el balon, no te jode
" decía el que estaba de portero de turno"