lunes, 26 de septiembre de 2011

las fincas de caza y sus costes

 Un articulo de hoy del diario Hoy (no me he podido resistir) sobre lo dificil que es hacer rentable el campo, en este caso enfocado en la caza.

Una gran finca de caza da pistas, pero no es motor de riqueza

La caza quizás sea de ricos si se practica en lejanas latitudes. Lo que no lo es son las fincas. Hubo un tiempo en que toda persona escandalosamente adinerada las tenía, pero ahora los ricos extremeños son empresarios. Otra cosa es que estos se den cita en las fincas y excepcionalmente cacen, pero como actividad secundaria, ya que el fin de acudir a estas citas es relacionarse y hacer un gran negocio.
'Azagala' en Badajoz, del marqués de Valdueza; 'Altarejos' en Llerena, de los March; ''Los Quintos de San Martín', en Valencia de las Torres, de los Mora Figueroa; 'Valdepuercas', en Alía, de José María Aristrain (empresario siderúrgico), 'El Membrillar', junto a Villarta de los Montes, de los Fierro; o 'Las Golondrinas', en Cáceres, del Conde de Tres Palacios y donde se sabe que viene a cazar la familia real monegasca son algunas de las fincas de referencia en España que ayudan a promocionar Extremadura entre potentísimos inversores.
Pero las miles de hectáreas que suman estas propiedades emblemáticas no son ni el germen ni el motor de la riqueza de sus dueños, que suelen dedicarse a otra actividad principal muy alejada de la agricultura, la ganadería o el aprovechamiento cinegético. En este sector, de hecho, el agroganadero que es dueño de un latifundio tiene verdaderos problemas para cuadrar sus cuentas cada año y sobre ellos penderá una espada de Damocles en 2013, cuando la Unión Europea aplique las nuevas ayudas comunitarias. La compraventa de fincas que antes era muy activa prácticamente se ha paralizado, afirman los tratantes que las conseguían a cambio de suculentas comisiones.
Y es que cuesta mucho dinero mantener una finca en Extremadura, afirman los latifundistas, que si vendieran sus hectáreas sí podrían entrar en el grupo de ricos que pagan su impuesto de patrimonio. Pero su realidad -aseguran- es que pelean cada euro para cuadrar las cuentas a fin de mes y mantener dignamente al personal que trabaja en ellas. Para ilustrar su situación real, un propietario exclusivo de una finca de tamaño medio, explica que cuando «se estropea el todoterreno hay que buscar el siguiente en el mercado de segunda mano y regatear el precio».

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